En un hogar de seis hijas, cuatro son discapacitadas mentales. El padre y la madre dedican toda su atención a estas. La protagonista, Wendy, y su otra hermana normal, Matilde, quedan desde su infancia casi por cuenta propia para afrontar los avatares de la vida.
Desde entonces, la relación entre Wendy y Matilde se torna en una historia de tirantez y desencuentros que hará crisis en el momento en que el último de sus progenitores fallezca y les corresponda a ellas, que han hecho vidas por separado, hacerse cargo de sus cuatro hermanas. El relato se inicia precisamente el día del entierro de la madre, cuando las cuatro discapacitadas, ahora mayores de cincuenta años cronológicos, quedan solas en la casa materna. Entonces comienza a desenvolverse la más insospechada de las historias.
Miriam Montes Mock
, reconocida escritora, comenta sobre
"Casi siempre fue abril"
: "Se trata de una de esas historias que palpitan con voz propia: el destino -o una extraña voluntad divina- engendra una familia insólita. Wendy se abre paso entre abandonos e ilusiones, entre desengaños y querencias silenciosas, y el secreto de un amor de siglos cuyo descubrimiento estremecerá a su marido. Pero es su narrador, también inmerso en la historia, el que transita por las arenas movedizas que suponen la costura de lo auténtico con la osadía de la confesión. Con un lenguaje diáfano y rico en matices, y una inteligencia seductora, Sánchez Martínez maniobra las contradicciones y conflictos de sus personajes con sus propias incertidumbres, para provocar en el lector el sabor de un relato revelador, exquisito y conmovedor".