Cassel Sharpe sabe que lo han utilizado como asesino, pero está intentando pasar página. Se esfuerza por ser buena persona, a pesar de haberse criado con una familia de estafadores en la que mentir es tan natural como respirar. Procura hacer lo correcto e intenta convencerse de que hace bien al colaborar con el gobierno, aunque siempre le hayan enseñado que el gobierno es el enemigo de todos los obradores de maleficios. Pero ahora que su madre se ha fugado, que la chica de la que está enamorado está a punto de ocupar su lugar en la mafia y que nuevos secretos empiezan a salir a la luz, cada vez cuesta más distinguir el bien del mal. Cuando los federales le piden que haga lo único que juró no volver a hacer jamás, Cassel empieza a preguntarse si de verdad son los buenos o si esta vez es a él a quien están timando. De ser así, es posible que tenga que hacer la jugada más arriesgada de su vida: apostar por el amor.
Cassel Sharpe knows he’s been used as an assassin, but he’s trying to put all that behind him. He’s trying to be good, even though he grew up in a family of con artists and cheating comes as easily as breathing to him. He’s trying to do the right thing, even though the girl he loves is the one he should stay the farthest away from. And he’s trying to convince himself that working for the Feds is smart, even though he’s been raised to believe the government is the enemy. But with the girl he loves being about to take her place in the Mob, and new secrets coming to light, the line between what’s right and what’s wrong becomes increasingly blurred. When the Feds ask Cassel to do the one thing he said he would never do again, he needs to sort out the truth. In a dangerous game and with his life on the line, Cassel may have to make his biggest gamble yet—this time on love.