Estudiar la fauna desde una perspectiva nada común es la propuesta de este pequeño tratado de antropología, etnología, folklore y mitología, investigado y recopilado por Homero Adame, a quien se le conoce como
el hombre leyenda
o
el cronista del Altiplano
debido a su larga trayectoria en la recopilación de leyendas y por sus trabajos en una zona del Altiplano mexicano que él conceptualiza como una región cultural compuesta por municipios semiáridos de Zacatecas, Tamaulipas, San Luis Potosí, Nuevo León y Coahuila. En este libro, el autor nos da una idea de lo que puede significar que un correcaminos se nos atraviese en una vereda o carretera, la sigilosa presencia de tigrillos o que un zorrillo merodee en el jardín, que el gato se suba en nuestro pecho cuando estamos enfermos. También habla de cómo interpretar el aullido de una coyota, los
tecuruqueos
de tecolotes, los aullidos lastimeros de perros, los graznidos de cuervos, el cascabeleo de víboras, el temible canto del ahuichote. De igual modo, alude a los pumas protectores o al nagualismo a través de la transfiguración de lechuzas o la simbiosis entre humanos y animales. Así, las criaturas del bestiario aludidas en esta obra son seres arquetípicos, mágicos, totémicos, agoreros; pueden ser benéficos o meléficos, héroes culturales o mensajeros de los dioses. Es fauna que habita en los pueblos y comunidades altiplanenses que no han avanzado a la par con el progreso y la globalización, fauna que en muchos casos convive con los pobladores de manera cotidiana.